Una casa de corazones, un refugio de paz...

La Salvación por gracia


Sostenemos que Dios creó al primer hombre y la primera mujer libres de pecado. Les concedió libre albedrío, pero ellos, optando por desobedecer a Dios, cayeron en pecado. Una vez introducido el pecado en el mundo todos los seres humanos se tornaron en pecadores por naturaleza (Romanos 5:12-14) y se separaron de Dios. Sin embargo, Dios, en Su infinito amor y misericordia, reconcilió consigo a la humanidad al entregar a Su único Hijo al mundo, «para que todo aquel que en Él crea no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3:16). Por lo tanto, consideramos que todo el que acepte el perdón que ofrece Dios por los pecados a través de Su hijo Jesucristo, será dispensado y redimido, y vivirá para siempre en la presencia de Dios en el más allá.

La Salvación —redención del pecado— es un regalo de Dios, una muestra de Su amor, misericordia y perdón que solo puede obtenerse creyendo en Jesús. «Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por Su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo» (Tito 3:5). Una vez que recibe el regalo de la salvación, el creyente es salvo para siempre: tras la muerte, su alma vivirá para siempre en el Cielo. «Yo les doy vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie los arrebatará de Mi mano» (Juan 10:28). Los creyentes siguen siendo personas falibles, necesitadas del perdón de Dios. No obstante, a pesar de sus faltas y pecados, jamás perderán la salvación.)


Génesis 3:17-19; 1 Corintios 15:21-22; Romanos 3:23, 6:23; Efesios 2:7-9; 1 Juan 1:8; Hechos 4:12; 1 Juan 5:12; Romanos 5:8-9, 8:38-39

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