Una casa de corazones, un refugio de paz...

Vivir conforme a los principios divinos


Consideramos que la vida del cristiano debería ser un vivo ejemplo del amor de Dios, tanto de palabra como de obra. Las virtudes espirituales enumeradas en la Biblia se debieran reflejar en nuestra vida, a saber: el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre y la templanza (Gálatas 5:22-23).

Nos adherimos a la exhortación bíblica de «no amar al mundo ni las cosas que están en el mundo» (1 Juan 2:15). Entendemos por ello que el creyente debe evitar aquellas actividades y costumbres de la sociedad laica que no sean compatibles con las enseñanzas de Cristo, así como tampoco adoptar actitudes y valores contrarios a los preceptos divinos.

Si bien creemos firmemente que la salvación es eterna y que, más allá de lo que haga un ser humano, no puede perderla, cuando nuestras acciones discrepan del mandamiento de Jesús —amar a Dios y al prójimo—, es posible distanciarnos de Él. Juzgamos necesario esforzarnos por seguir los pasos de Cristo, vivir conforme a los principios de Su Palabra y procurar sobreponernos a nuestras debilidades y pecados personales que podrían interferir en nuestra relación con Él y con los demás.

Asimismo, dado que nuestro cuerpo pertenece al Señor y es templo viviente y morada del Espíritu Santo, estimamos que los cristianos debemos esforzarnos por llevar un estilo de vida saludable (1 Corintios 6:19-20).


1 Juan 2:5-6; Santiago 2:26; 1 Juan 2:15-17; Romanos 12:1-2; Proverbios 16:6; Santiago 3:17-18

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