Una casa de corazones, un refugio de paz...

Vida venidera


Sostenemos que todo ser humano posee un alma eterna y que al morir, su alma pasa a la otra vida, donde se le recompensará o juzgará según su conducta en esta vida y se le destinará el lugar que corresponda en el mundo venidero.

Dios ha preparado un lugar de eterna belleza, paz y felicidad en el Cielo para todos los que creen en Jesucristo (1 Corintios 2:9) y aceptan Su regalo de la salvación. «Él morará con ellos; y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor» (Apocalipsis 21:3-4).

Si bien la entrada al Cielo es gratuita, creemos que la recompensa que reciben los creyentes en la otra vida depende de sus acciones en la Tierra y de si vivieron o no conforme a las leyes del amor de Dios.

La Biblia afirma que Dios «no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan» (2 Pedro 3:9), y que Jesús predicó a los espíritus cautivos y a los muertos (1 Pedro 3:18-20, 4:6). Es nuestra convicción que Dios persistirá en reconciliar consigo todas las cosas (Colosenses 1:20). No consideramos que todos los que mueran sin haber reconocido en Jesucristo a su salvador serán arrojados incuestionablemente al infierno —un lugar de desolación y sufrimiento— ni que se verán eternamente privados de la salvación o la redención. Estamos seguros de que Dios, en Su benevolencia, seguirá amando a quienes mueren sin obtener la salvación y seguirá llevándolos al conocimiento de la verdad (1 Timoteo 2:4).


Juan 14:1-3; 1 Pedro 1:3-5; 2 Corintios 5:1-2; 1 Timoteo 2:4, 4:10; Apocalipsis 20:11-13; Romanos 5:18,21; 2 Corintios 5:10,18-19; Romanos 8:18; Apocalipsis 22:12; 1 Corintios 3:13-15

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